Repiquetear de castañuelas

Dance2

La Marinera y el Huaylarsh deben ser las danzas peruanas por excelencia, cuando el zapateo y el repiqueteo entran en las venas, se apodera de una fuerza interna que solo los danzantes y folkloristas pueden dar fe. He visto a los Danzantes de Tijeras danzar con tal euforia y elevarse al punto del mismo nirvana, tienen además sus propios “huamanes” que son los cerros que lo cobijaron y le sirven de inspiración tan mística y propia que solo ellos pueden entender. La danza, más allá de ser un arte, es la inspiración energética del alma y el cuerpo, tiene tantas variantes como danzantes y aficionados. Cuando bailas la Marinera, cuando zapateas un Huaylarsh sientes que el espíritu animado del danzante llega al infinito y se cataliza en sus pasos de baile, en su zapateo.

El pañuelito coqueto de la Marinera, el pañuelito blanco níveo tiene sus propias características, tiene un vaivén cadencioso que pareciera volar por voluntad propia en completa simetría con los pies descalzos de la bailarina. No podría ser de otra manera, la Marinera nació en el espíritu indomable de los Caballos de Paso, si al bailar no sientes los pies en la tierra, es porque en realidad estas bailando la marinera norteña. Alguna vez participe de un contrapunto entre varias orquestas en Huancayo, que al son del Huaylarsh, hermosa danza del Valle del Mantaro, confundían el energético zapateo huancaíno con destrezas propias de afanados gimnastas, era tal el frenesí provocado en cada salto y en cada vuelta que nada parecía real, todo se confundía en el sonido único del zapateo. Las coloridas polleras y los elegantes trajes daban la impresión de un enorme arcoíris que danzaba al compás de ese saxofón imperturbablemente serio y necesario para entrar en concordancia con la realidad.

Las danzas cuzqueñas el Carnaval de Tinta, Canchis, Valicha, los ritmos del altiplano puneño, la Morenada, Cuyahuada, K’ajelo, tienen ritmos, sonidos, orígenes legendarios, empiezan casi siempre con el sonido alejado de un cuerno de toro, el “pututu” y se enervan con los latidos de tambores o “tinyas” hechos a mano de piel de oveja, de una quena impresionante que se apodera del espacio y el tiempo de manera sublime y misteriosa. Son estas danzas peruanas por excelencia, que nacieron de un país místico y de fascinante pasado, danzas que sobreviven al tiempo y el olvido, que traspasan fronteras con voluntad propia y espíritu poderoso que alimenta el alma del folklorista peruano que lo escucha, lo vive y lo siente, lo practica y lo difunde para no pasar al olvido.

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