Mi Amore

Es curioso, hace unos días fui a ver una obra teatral cubano-canadiense, donde se las habían ingeniado para que los artistas canadienses, en su mayoría, aprendieran el texto en un español que sonaba a italiano, decían Mi Amore! Jermosita en vez de Hermosita! Viva la Rrrivolúcion en vez de revolución! muy aparte de lo curioso que esto parezca, la trama ambientada en la Cuba de los 50’s estuvo bastante buena, drama y comedia se confluían en un espacio pequeño y acogedor. Pero ¡cómo será de irónica la vida! que mientras charlaba sobre la obra, y tomaba un cafecito de a pocos como para no terminarlo, el señor con el que conversaba, de blonda cabellera y muy canadiense, sentado a mi costado era profesor de Inglés para adultos, y a él todo el tema de la pronunciación le pareció fabuloso, muy político y demasiado gentil no tuvo ningún problema en decir que ¡Todos hablábamos muy bien, los actores y yo! ja, ja.

Y es que así son los canadienses, cordiales, buena gente, sinceros y sobre todo neutrales, al punto de no entrar en detalles tan mínimos como el acento y la pronunciación. Tienen la multiculturalidad en las venas, acogen a todo el que llega con buena intención, no escatiman esfuerzos para hacer de su estadía lo más ligera y divertida, nada de nacionalismos y limitándose a no cruzar la delgada línea de la prudencia y el espacio personal. Caigo en cuenta que soy más peruana que la papa huairo, que a mi si me importa como habla la gente, que soy nacionalista ciento por ciento, que al Perú lo llevo tan dentro del alma que nada es más grande, ni majestuoso que el Machu Picchu imponente, nada mejor que mi tierra hermosa, que a Lima la tengo grabada en la memoria y que se extraña y se quiere más cuando uno está lejos, que aunque suene trillado de valsecito repetido, no cambio por nada esa sensación tan linda cuando el avión aterriza y por fin sientes que estas de vuelta en casa, el abrazo de la familia, los amigos de toda la vida y los que de hecho conocerás al termino de tu estadía. Se extraña incluso los aromas, sabores, las limeñísimas calesitas antiguas de Barranco y su Puente de los Suspiros, el centro histórico y casonas antiguas que conservan la elegancia de un pasado virreinal, el mar al sur de Lima, las playitas calientitas, el siempre complicado mundo limeño, donde todos somos de tendencias políticas, donde todos sabemos más que el Presidente de turno, la señora que vende el cachito calientito con su tamal los domingos, un atardecer mirando el mar en Miraflores, las amigas de siempre con la cervecita al polo y sus anécdotas cada una más divertida que la otra, se extraña y se guarda siempre la secreta esperanza que todo este igual como lo dejaste, que nada cambio para ti, y que allí estará esperándote siempre, para cuando decidas volver!